lunes, 9 de enero de 2012

La Desamortización de Mendizábal y el monasterio de Bonaval.


Como ya sabemos, España ha sido, hasta hace muy poco, un país esencialmente agrario. En el siglo XIX se quiso transformar el modelo de propiedad existente en uno más acorde con el liberalismo: se quiere llegar a la propiedad privada y libre. Para conseguirlo, se realizaron una serie de cambios legales: supresión de la vinculación de las tierras de los municipios y la Iglesia, abolición del régimen jurisdiccional... Pero las medidas más importantes, sin duda, fueron las desamortizaciones. Aunque hubo algunas anteriormente, las más importantes fueron las de Mendizábal (1836, sobre propiedades del clero regular) y Madoz (1855, sobre tierras del clero secular y bienes civiles). 
 
Un objetivo principal de las desamortizaciones es siempre el de eliminar la deuda de la Hacienda y conseguir recursos: el Estado expropia propiedades de la iglesia o municipios y los agrupa en lotes y los pone a la venta en subasta pública.  En la desamortización de Mendizábal (ministro de la regente Maria Cristina) se necesitaban recursos urgentemente para hacer frente a la Guerra Carlista y conseguir apoyos para el bando cristino, aunque también se quiso mejorar el rendimiento de la tierra. (Ya los ilustrados del siglo XVII creían que la causa del atraso en el rendimiento agrario era la enorme cantidad de tierras acumuladas por los privilegiados).

Sin embargo, las desamortizaciones no supusieron un cambio de la distribución social de la propiedad: el tamaño y precio de los lotes en subasta impidió que los campesinos adquieran propiedades, por lo que su mala situación no cambió en absoluto: la propiedad seguía concentrándose las oligarquías locales.  Las desamortizaciones tampoco se tradujeron en la modernización de la agricultura, pues no se invirtió en mejoras técnicas. De hecho, si aumentó la producción después de las desamortizaciones no fue porque mejorara el rendimiento, sino porque aumentó la superficie cultivada. 

He intentado introducir este tema porque me gustaría mostrar uno de los afectados por la Desamortización de Mendizábal: las ruinas del Monasterio de Bonaval, en el pequeño municipio de Retiendas (Guadalajara), localidad cercana a mi pueblo . 


Con la desamortización fue abandonado y vendido a un particular, aunque después pasó a ser propiedad del ayuntamiento de Retiendas.  Es  la atracción que aparece en las guías turísitcas de casas rurales de la zona, así que el camino está muy pisado y no es difícil: Se puede llegar al monasterio en 20 minutos de paseo desde el pueblo.
Fue fundado en el siglo XII para la orden de San Bernardo. La arquitectura es de transición entre el románico y el gótico: confluyen bóvedas de cañón con ojivales.  

Bóveda del altar mayor.
Bóveda de la entrada a la zona conventual.

Me ha sosprendido encontrar una imagen en wikipedia de la planta, que incluyo a continuación, junto con su leyenda:
  1. Pórtico Sur; entrada al templo.
  2. Nave.
  3. Ábside, Capilla del Evangelio.
  4. Presbiterio.
  5. Altar Mayor.
  6. Ábside, Capilla de la Epístola.
  7. Torre.
  8. Transepto Sur.
  9. Acceso a zona conventual
  10. Edificios conventuales.
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  14. Sacristía.
    Se ve que es más o menos igual de ancho que largo, y que tiene un triple ábside.
    La puerta principal está abocinada con cuatro columnas y capiteles decorados, algunos robados recientemente. 

    Sobre ella, hay un ventanal, que se mantiene en precario equilibrio, con una decoración que creo particular y a la izquierda un reloj de sol.


    Nada más entrar, a la derecha, se encuentra la escalera de subida a la cubierta. La primera vez que estuve me sorprendió la altura de las bóvedas que aún siguen en pie, pues desde fuera no parecen tan altas.
    Capilla y altar mayor.


    La escalera de caracol desde el interior del recinto.

    La localización, es, en mi opinión, preciosa: está completamente aislado, en un valle, con el río Jarama que corre a menos de 50 metros  de allí, y rodeado de huertas: aunque ahora estén cubiertas de maleza, no es difícil imaginarlas cultivadas. Si bien es cierto que soy de allí, no deja de parecerme uno de los lugares más bonitos de esta zona. 

    Muy cerca se encuentran las ruinas de un molino que, aunque en principio perteneciera al convento, siguió funcionando hasta hace relativamente poco (mis abuelos recuerdan haber llevado, de pequeños, trigo a moler allí desde su pueblo)
    Poco después de la desamortización se hundió uno de los grandes cuatro pilares,  haciendo caer todas las bóvedas que en él se apoyaban. Sin embargo, he encontrado en la red (me ha sorprendido la cantidad de información, pues es una zona de pueblos muy pequeños que sólo últimamente está reviviendo (aunque con matices) por el turismo rural) una fotografía que me ha resultado muy curiosa, aunque no sé de qué año es, porque se ve parte del techado de teja original, que ahora no se conserva.  Los grandes árboles que se ven en la imagen actualmente no existen, ni siquiera los tocones, pues al ser nogales, madera muy apreciada, se talaron y vendieron, si no me fallan las fuentes, en los años 40.


    Como puede verse en las fotografías, el estado de ruina es total. Muy recientemente, antes de este verano, este muro, que correspondería a las celdas de los monjes y que fue añadido posteriormente al convento se ha hundido (que aparece en verde en la planta).


    A esto se une la “enfermedad de la piedra”, el agua de lluvia, y más aún cuando tiene algo de acidez, va disolviendo la piedra y la caliza se deshace al tocarla en un fino polvo blanco.


     La vegetación, aunque puede darle al monasterio un toque pintoresco, también está destrozando. 
    Pero no todo se debe al paso del tiempo, está lleno de grafitis, lo que da una idea del cuidado que determinados idividuos tienen hacia su patrimonio histórico y cultural.


    El ayuntamiento de RetiendasGuadalajara en restaurarlo y convertirlo en, como he visto en otros sitios, un “centro de interpretación” de la zona para el turismo rural, pues tiene mucho interés artístico.  Debido a su estado de conservación, visitarlo y descubrir que aún no se ha hundido del todo es un alivio. 

    Por ello me gustaría compartir también, antes de su (a este paso) desaparición algunas de mis fotografías.






    Hornacina en el lateral del altar mayor. Todo lo que se ve de color blanco es la caliza deshaciéndose.

                                                  
    Ruinas del molino cercano.
     
     

     

    Una de las bóvedas vista desde la cubierta.

    En esta imagen podemos ver las hendiduras en las que irían encajadas unas vigas de madera haciendo una escalera y el suelo de un segundo piso (el hueco que hay en la pared de la escalera no es casual)



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